Aprendí a no esperarte, porque eres como la lluvia:
inconstante y maravilloso; llegas cuando menos lo imagino
y sin embargo, siempre eres bienvenido.
Aprendí a no esperarte, porque eres como la lluvia:
inconstante y maravilloso; llegas cuando menos lo imagino
y sin embargo, siempre eres bienvenido.